Para cambiar la concepción que se tiene acerca de la discapacidad es
fundamental reconocer:
Que todos como personas somos diferentes: Nuestras habilidades, formas de pensar y de actuar, estilos de aprendizaje son diferentes; aún en las familias entre los hermanos existen diferencias, la persona “con discapacidad” es tan diferente como cualquier persona “sin discapacidad”.
Todas las personas tenemos diferentes habilidades: Todos al ser únicos, tenemos habilidades diferentes, las personas con discapacidad al igual que cada uno de nosotros, también tienen habilidades, que deben ser reconocidas y valoradas. Si nos fijamos en la habilidad o en la capacidad y dejamos de lado la inhabilidad o incapacidad tendremos todos las mismas oportunidades para crecer como personas y de construir uniendo nuestras habilidades una sociedad incluyente.
Discapacidad no es enfermedad: Es fundamental romper con este paradigma que, por muchos años, excluyó a las personas con discapacidad, relegándolas a los hospitales, los asilos, a estar encerradas en sus casas y a tratarlos como enfermos. La discapacidad es una condición, que puede surgir de una enfermedad pero que no hace que la persona viva o sea vista siempre como si estuviera enferma de algo contagioso que no le permitiera hacer parte activa de la sociedad.
La mentalidad de las familias, los médicos y de los profesores debe cambiar: Si la familia reconoce, acepta y apoya a su familiar con discapacidad para que crezca como una persona con los mismos derechos y deberes de los demás miembros de la familia, se produce un gran cambio en cuanto a la concepción de discapacidad. Si los médicos reconocen que la discapacidad no es una enfermedad y guían a las familias en la ruta a seguir para educar a su hijo o familiar con discapacidad, la persona tendrá mayores oportunidades de crecer, aprender y desarrollar sus habilidades. Si los profesores están abiertos a la diferencia, a reconocer que cada uno de sus estudiantes es un ser único y diferente, a que es necesario transformar las metodologías en la escuela, que la educación inclusiva es un derecho para todas las personas y que se torna en un espacio maravilloso para la construcción de conocimientos y de seres humanos transformadores de la sociedad; se generará un gran cambio social, en el que se verá a la persona con discapacidad como una persona capaz de alcanzar sus metas y de aportar a la sociedad.
Empoderar a las familias y a las personas con discapacidad: Las personas con discapacidad y sus familias deben empoderarse para liderar cambios en las diferentes esferas de la sociedad, demostrando que, en la diferencia de cada ser, se construye la riqueza de nuestra sociedad. Las personas con discapacidad necesitan dar a conocer con sus vidas que sí es posible lograr lo que se quiere, que pueden estudiar, graduarse, trabajar, formas familias y vivir según sus metas y sueños; los padres y familiares necesitan ser parte de ese gran cambio social, apoyando a sus hijos con amor, con exigencia y con educación; demostrando que es posible la independencia y el desarrollo integral de sus familiares con discapacidad.
Cuando las personas en general ven el crecimiento, el alcance de metas, el trabajo, la educación y las capacidades de las personas con discapacidad, es cuando se empiezan a cambiar los imaginarios colectivos ante la discapacidad que solo han llevado a la segregación, el menosprecio y la falta de oportunidades.
Generar cambios sí es posible, pero es necesario que todos nos unamos para demostrar que la discapacidad es una gran oportunidad para todos (para la persona con discapacidad y para la persona sin discapacidad) de crecer juntos, aprender juntos y cambiar la mentalidad segregadora que tanto daño le ha hecho y le sigue haciendo a nuestra sociedad.
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