El déficit de atención en personas adultas afecta las diferentes áreas de la vida, variando sus manifestaciones de una persona a otra, teniendo en cuenta las circunstancias que lo provocaron, la edad en que empezó a manifestarse, el estilo de vida de la persona y su contexto familiar, social y laboral; entre otros.
Partiendo de la premisa de que cada persona es diferente a otra y por lo tanto su estilo de aprendizaje es diferente, a continuación, se presentan algunas alternativas generales para estimular la atención en las personas adultas, teniendo en cuenta que, si no hay adecuados periodos de atención, la concentración de la persona en la actividad en que se encuentre y la comprensión de lo que aprende y de lo que hace están afectadas sustancialmente:
1. Ser consciente de que presenta un déficit de atención y que esto afecta por consiguiente la concentración y la comprensión de las actividades y acciones de su vida diaria.
2. Es fundamental seguir un tratamiento a nivel médico y terapéutico por medio del cual se estimule la atención y la concentración en la persona. En ocasiones, los trastornos de atención se relacionan con enfermedades que aún no han sido diagnosticadas y que al conocerse se establece un adecuado tratamiento que redunde en el fortalecimiento de la atención.
3. Determinar el momento del día en que se concentra con más facilidad (mañana, tarde o noche) y organizar sus actividades de tal forma que aquellas actividades que requieren de mayor concentración y creatividad se desarrollen en ese momento del día.
4. Identificar qué factores externos o ambientales influyen en la pérdida de la atención y por consiguiente de la concentración y tomar las medidas necesarias para disminuir estos distractores; por ejemplo: Ubicar un espacio en casa o en la oficina donde se disminuya el ruido de los carros, de la voz de las personas; un espacio con ventanas que no den a la calle o a una avenida concurrida; un lugar con poca movilización de personas.
5. Llevar una agenda con alarma para recordar los compromisos y las tareas a realzar, programándola de tal forma que sus recordatorios le permitan a la persona organizar sus jornadas para cumplir con todos sus compromisos.
6. Desarrollar un plan de trabajo en el que se desglosen las actividades a realizar teniendo claro lo que es urgente y lo que es importante y las subactividades que hacen parte de estas, así la persona sabrá exactamente qué hacer, cómo hacerlo, en qué va y qué le falta.
7. Identificar qué factores externos como es el caso de la música, estimulan su concentración; por ejemplo, si hay un tipo de música con la que la persona esté tranquila y le ayude a concentrarse, se convierte en un aliado para la realización efectiva de sus actividades.
8. Establecer si es necesario, tiempos para el desarrollo de cada actividad, enfocándose en la realización de esta en el periodo establecido.
9. Determinar por cuanto tiempo atiende y se concentra con facilidad para desarrollar una actividad y realizar pausas activas entre esos periodos de tiempo que le permitan descansar y regresar a la actividad con la concentración necesaria para continuar con lo que está realizando, siendo más productivo.
10. Realizar ejercicios que desarrollen las habilidades de pensamiento como sopas de letras, crucigrama, sudokus, rompecabezas y diferentes juegos de habilidad mental que estimulan los procesos cerebrales.